jueves, 6 de marzo de 2014

San Francisco

La cosa empezó mal desde que pusimos un pie en tierra. En la salida de pasajeros había un tipo esperándonos con un cartel de papel. ¡Papel! ¿Se ha visto algo más retro y sospechoso que alguien usando una hoja de papel para algo tan trivial en lugar de una pizarra digital? Pues eso, un papel con mi nombre y una sonrisa tan amplia como sospechosa.
Tanto a Tyrael como a mí nos dio mala espina, la incomodidad y tensión eran patentes. Además nadie nos había comunicado que ese tal Steve iba a estar allí para hacernos de niñera por la fundación. Revisé mi equipaje para poner todo en orden y fuimos directamente al recinto. Claro que llamarlo recinto es quedarse corto o ser más bien pobre en vocabulario. Se trata de un inmenso complejo en el que la vegetación y la tecnología conviven en un extraño equilibro. Es un lugar agradable y con todas las comodidades, así como fuertes medidas de seguridad. Realmente uno no puede esperar menos de la fundación Ashcroft, pero tampoco se puede hacer a la idea hasta estar allí. Lo mejor sin duda es la sensación de asepsia. Hasta el último detalle ha sido tenido en cuenta.
En principio se nos ofreció colaboración, Steve recibió nuestras peticiones sobre información y ahí empezaron los problemas. Básicamente la fundación no era muy cooperadora en cuanto a compartir información se refiere. Y así es bastante complicado investigar nada. Solicitamos vídeos, registros de llamadas... y todo quedó en un.. "sí, yo paso vuestra solicitud" acompañado de una de las odiosas sonrisas de Steve.

Cuando se trata de una desaparición el tiempo es vital y al parecer a la burocracia o no lo importaba o le preocupaba aún más algo que no nos contaba. Y eso, tratándose de estos temas da muy pero que muy mala espina.
Yo había esperado que la Fundación nos hubiera preparado ya un montón de material sobre el que trabajar, preocupándose como lo hacen, o eso se dice, de los suyos qué menos. Pero al parecer ellos no funcionan así, no estaría de más que alguien les dijera que si llamas a La Agencia para que te resuelva un problemón lo mínimo sería cooperar sin reservas con La Unidad asignada. Y más teniendo en cuenta lo que se juega uno en estas lides.
Como no parecía que fuéramos a avanzar mucho por la vía administrativa después de registrar el despacho de Teresa Hammel, nuestra desaparecida, decidí recurrir a la hechicería para sacar alguna ventaja.

Por el momento Tyrael y yo parecíamos entendernos bastante bien, en cuanto le comenté lo que iba a hacer aceptó sin reservas y montó guardia a las puertas del despacho para que nadie me interrumpiera durante el ritual. Ilusa de mi pensé que confiaba plenamente en mis capacidades, ahora me doy cuenta que realmente no era consciente de los peligros que entraña la hechicería, tanto para el practicante como para los que le acompañan. El ritual se completó sin interrupciones ni incidentes y pasé a poseer "Sentidos Astrales".

Hay muchos detractores de este hechizo en particular porque lo entienden como una intromisión en la intimidad, pero es una herramienta muy útil ya no solo para descubrir lo oculto mediante artes arcanas, sino para conocer y analizar mejor a las personas puesto que me deja ver sus auras así como percibir su estado emocional. Supongo que utilizarlo para chafardear al vecino sí sería ilícito, pero ningún hechicero se jugaría la vida y el alma en un ritual arcano por algo tan banal. Por supuesto, una vez hecho no dudé en chequear a mi compañero.
Primero porque es importante ver con quién trabajo y luego está la curiosidad, evidentemente. Lo que no esperaba era ver lo que vi. Y es que su aura es tan brillante que ciega. No había visto a nadie, y dudo que lo vuelva a ver, con un aura más pura que esa. Un aura dorada tanto de base como de color secundario. Algo de lo que no tengo constancia, algo inaudito. Y eso es aún más irritante. Como si no tuviera suficientes dones el tío resulta que es la persona más honrada y centrada que pueda existir ¿por qué? Es que no lo concibo. ¡Si es que se le podría beatificar!

No pocas veces he tenido curiosidad sobre mi propia aura, por supuesto si fuera tan sencillo como mirarme en un espejo lo habría hecho ya, pero no funciona así. Debería pedirle a alguien que lo hiciera por mi y eso es un obstáculo al que no estoy dispuesta a enfrentarme. Primero porque no me gusta nada la idea de que me vean de ese modo, de que hurguen en mi. Y sé que no es justo que yo lo haga y luego no lo tolere, pero sinceramente me importa un comino.
Y después están los viejos temores, si utilizará lo que ve para burlarse de mí, para herirme o incluso para atacarme abiertamente... Aunque ese no es el peor de mis temores ¿y si no soy digna? ¿Y si tengo un aura turbia?
Bendita ignorancia pues. Prefiero no saberlo a constatar que todos esos insultos que he recibido no eran equivocados. A tener que aceptar que soy el engendro que ellos ven.
Y mirando a Tyrael, el áureo, brillante y digno, me sentí aún más insignificante.

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